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Reunión de miembros de Primero de Mayo/Enlace Popular

(28 de octubre de 2012)

Comentarios de Carlos Fazio en respuesta a los reportes del Equipo Base.

Muy buenos días compañeras y compañeros de la comunidad progresista Primero de Mayo/Enlace Popular.

Me pidieron que en esta reunión anual de la membresía de esta red de redes, conformada por organizaciones y movimientos centrados en las tecnologías de la comunicación y una Internet libre y abierta, hiciera algunos comentarios sobre los informes políticos del comité de liderazgo.

Debo confesar un par de cosas. O de otra manera, les diré LaNeta: como miembro a título individual de la comunidad, ante mi falta de habilidades para el entendimiento de la tecnología, he delegado la fiabilidad y el control de mis datos al equipo de apoyo técnico de Primero de Mayo/Enlace Popular. A la vez, ante el informe de Hilary, siento envidia de la buena, por las reservas en efectivo de la organización. Sus finanzas son mejores que la mía; deberían darme la fórmula para que mis ingresos superen tres veces mis gastos mensuales.

Como dice Jamie, en plena crisis capitalista global, este espacio colectivo altermundista y solidario es hoy estructuralmente más sólido y hay que preservarlo. Preservarlo, por ejemplo, de futuros ataques confiscatorios del Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés).

Es evidente que el apoyo político y técnico a la causa del pueblo palestino −sometido a la política de apartheid del régimen sionista de Israel− o al Foro Social Mundial y movimientos sociales contra el calentamiento global o a los indignados de España, el MX Toma La Calle y los okupa del Zucotti Park hace que Primero de Mayo/Enlace Popular sea objeto de una atención focalizada encubierta por los policías del pensamiento único neoliberal.

Quisiera llamar la atención sobre algunos temas que, a mi juicio, deberían ser parte de la discusión. El actual modelo de dominación capitalista viene desplegando una nueva fase militar ofensiva −que puede ser directa o encubierta−, de corte neocolonialista; una nueva guerra de conquista por territorios y recursos geoestratégicos, que está llevando a una reorganización de los Estados nacionales que adquieren hoy, como en los casos de Colombia y México, un perfil autoritario de corte policial-militar, cuyo objetivo es construir “ciudadanías del miedo”.

Con el objetivo de contener las distintas formas de resistencias, la movilización y la protesta sociales, los grupos dominantes aplican nuevos mecanismos de control, mediante una guerra sutil pero efectiva que enlaza a los medios de difusión masiva (mal llamados de comunicación) y con mayor énfasis la televisión y el Internet.

La televisión y el Internet desempeñan un papel importante como eje desmentalizador de los jóvenes, en la medida que desestructura los imaginarios sociales y asigna un nuevo cuadro de subjetividades colectivas. También imponen el uso y predominio del tiempo instantáneo y la inmediatez en contra del trabajo colectivo y las redes asociativas de mediano y largo plazo, pues hoy el mercado, la tecnología, las oportunidades y la competitividad son factores de la vida súbita, por los cuales es posible evitar el tránsito en largos períodos de aprendizaje.

Lo anterior ha configurado un ciudadano mediático, insular, fragmentado de toda urdimbre asociativa o cooperativa, y con rupturas severas en el eje temporal, donde el pasado histórico y socio-cultural de nuestros pueblos no tiene ninguna significancia en su vida, donde el futuro es un referente lejano, mientras el presente se perpetúa y prolonga en medio de una violencia caótica de apariencia demencial, pero planificada.

En países como Colombia y México, y con variables en Honduras, Guatemala, El Salvador o Paraguay, todo eso se da bajo un Estado de guerra permanente. Con sociedades sumidas en la violencia, el terror y el caos. Y en muchos espacios de sus territorios nacionales, con sociedades militarizadas y paramilitarizadas.

Cabe resaltar que el dispositivo ideológico de la violencia institucionalizada es el miedo. Un miedo aterrorizante, paralizador, potenciado por una estrategia comunicacional no desprovista de ideología. Una estrategia mediática enajenadora e invisibilizadora de la realidad, que como parte sustancial de las operaciones de guerra sicológica utiliza diferentes máscaras.

Así, mientras los medios bajo control monopólico exhiben cuerpos decapitados, descuartizados o colgados, y dan cuenta de ejecuciones sumarias extrajudiciales, desapariciones, matanzas colectivas, fosas clandestinas y desplazamientos forzosos de pobladores, encubren que la campaña de intoxicación (des)informativa sobre esos hechos −junto a la práctica sistemática de la tortura y una guerra de exterminio de rasgos neomalthusianos− tienen como objetivo principal generar miedo, inseguridad, angustias y rumores para aprisionar la subjetividad colectiva de las sociedades colombiana, mexicana y centroamericanas, y facilitar el tránsito hacia un nuevo modelo estatal autoritario, de corte policial-militar.

El miedo confina al ciudadano al espacio privado, criminaliza las áreas públicas y zonas marginada como en la Comuna 13 de Medellín o en el valle de Juárez, en Chihuahua, estigmatiza al pobre y al migrante indocumentado y sin derechos, lo define como terrorista si sus acciones van a contrapelo de las impuestas por el modelo neoliberal.

Como se sugiere en el reporte de Tendencias, todo eso se da en Estados encargados de vigilar corporativa y gubernamentalmente a través del uso de la electrónica, y de prácticas que permitieron armar bancos de datos para controlarnos así como la transferencia de información instantánea, que a su vez permiten enlazar policías abocadas a controlar flujos de migrantes sin papeles, pandillas y movimientos populares urbanos e indígenas, sistémicos y antisistémicos, que superan los límites geográficos y las fronteras nacionales.

Ante ese estado de cosas, de lo que se trata es de cambiar el mundo; las injustas estructuras de dominación. Y como enseña Foucault, donde hay poder existe resistencia. Primero de Mayo/Enlace del Pueblo es una prueba de ello. Su contribución a las luchas contra-hegemónicas y los movimientos de masas en esta última etapa ha sido valiosa. En particular, como se destaca en los informes, con su apoyo político, solidario y técnico a los nodos de contra información y redes sociales que en los últimos dos años han multiplicado el papel de redes asamblearias horizontales que discuten, revelan contubernios, asocian y ligan muchas noticias, ideas, actos, acciones, documentos, dilemas, contradicciones y propósitos que dan fuerza y cuerpo a acontecimientos políticos inusitados.

Si es verdad que “ya no existe solución de un solo país” y que la Internet es “el intento de la humanidad para comenzar a desarrollar la colaboración para construir una solución global”, a manera de sugerencia pienso que habría que potenciar la alentadora integración binacional en curso Estados Unidos/México, en clave de infraestructura técnica, pero también de información alternativa a la falsa guerra a las drogas de Washington y Felipe Calderón, que ha sumido en un gran baño de sangre al eslabón más débil de la cadena. Ello, como dice en su reporte Enrique Rosas, reconociendo nuestras diferencias culturales así como nuestra diversidad política y las lecturas que sobre dicha realidad podamos hacer desde nuestros orígenes y valores.

Es previsible, como dice uno de los informes, que la batalla entre la represión a Internet y la libertad de usarla se hará más intensa. En ese contexto, y ante la crisis humanitaria que padecen países como México, Colombia, Honduras, El Salvador y Guatemala, comparto también la necesidad de potenciar las comunicaciones seguras en línea para defensores de derechos humanos.

Igual creo que debe redoblarse la solidaridad con el pueblo palestino así como la participación en el Foro Social y el apoyo a los movimientos de ocupantes de plazas y espacios públicos, que son parte de nuestra propia lucha y donde las convocatorias a través de las redes sociales son clave, como ocurrió ayer con los indignados de Madrid. Otro tema que debe seguir como prioritario en la agenda es la lucha contra el racismo y toda forma de discriminación de raza y de género, incluido el racismo tecnológico. La tendencia debería ser ir hacia una mayor colaboración entre el “movimiento blanco” y “no blancos” dentro de la organización, con miras a la erradicación de esa contradicción.

Es verdad, también, como dice Enrique Rosas, que “las herramientas tecnológicas de cómputo y comunicaciones” están presentes en prácticamente todas las actividades que realizan las organizaciones que integran esta red de redes de manera cotidiana, “sean conscientes de ello o no”. Y que eso le da un “carácter profundamente político a las decisiones que se toman con relación a qué tecnologías usan/reproducen/desarrollan”. Aunque soy neófito en el tema, creo, con Enrique, que las tecnologías libres aportan soluciones crecientes y hacen posible “una transferencia tecnológica sin presente”, que, bien usada, redundará de manera positiva en nuestras luchas sociales contra-hegemónicas, que se desarrollan bajo tremendas presiones y contradicciones sostenidas con las grandes corporaciones.

Como dice Jamie, juntos podemos ganar. Gracias.

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